Historia de los Hongos Psilocibios en la Medicina Actual

Pregúntele a las personas que han probado los llamados “hongos mágicos” cómo fue la experiencia, y muchos le dirán que les cambió la vida. 

Resulta que esos no son solo los delirios de una mente alucinógena. 

De hecho, un grupo cada vez mayor de investigadores está entusiasmado con los beneficios potenciales de la psilocibina, el principal compuesto alucinógeno de los hongos, que se muestra muy prometedor para ayudar a las personas a superar problemas difíciles de tratar (o resistentes al tratamiento) y de por vida—condiciones disruptivas como la adicción y la depresión mayor.

Sin embargo, desde 1970, la psilocibina ha sido clasificada como una droga ilícita de la Lista 1, que se define como que actualmente no tiene un uso médico aceptado en los EE. UU., así como un alto potencial de abuso. 

Entonces, ¿por qué el reciente resurgimiento del interés por la psilocibina y qué muestra la investigación en términos de beneficios, mecanismo de acción e incluso seguridad? 

Aquí está la verdad, pero primero, una lección de historia:

Hongos: un Largo y Extraño Viaje a Través del Tiempo

Los hongos mágicos se han utilizado durante más de 10.000 años en diversos rituales médicos y espirituales por su capacidad para alterar la conciencia y desencadenar experiencias místicas.

Según cuenta la historia, R. Gordon Wasson, un banquero estadounidense y entusiasta de los hongos, estaba de vacaciones con su esposa en México en 1955 cuando se convirtieron en los primeros forasteros en participar en los rituales de hongos sagrados de los indios mazatecos con una curandera llamada María Sabina en el estado de Oaxaca. 

Llevó algunos de los hongos a su casa en la ciudad de Nueva York y luego compartió aquella experiencia que vivió en México en un artículo de la revista Life publicado en 1957, cuando ya se estaba estudiando el LSD, un psicodélico químicamente similar pero unas 1.000 veces más potente. 

Estaba investigando el LSD por su capacidad para tratar el alcoholismo y otras enfermedades psiquiátricas. Una dosis de 25 mg de psilocibina equivale a aproximadamente 250 microgramos de LSD.

Prohibición del Uso

Tres años más tarde, dos psicólogos de Harvard, Timothy Leary y Richard Alpert, comenzaron a explorar cómo las drogas psicodélicas afectan la cognición, la percepción y la emoción. 

Comenzaron el notorio Proyecto Psilocibina de Harvard, que consistía en administrar psilocibina a estudiantes voluntarios para documentar sus efectos. 

Tenga en cuenta que la psilocibina y el LSD eran legales en ese momento, pero tanto Leary como Alpert estuvieron probando ellos mismos la psilocibina durante sus experimentos, lo que finalmente hizo que los despidieran en 1963.

Cuando la Convención de las Naciones Unidas sobre Sustancias Psicotrópicas prohibió el uso del ácido y otras drogas por sus posibles daños a “la salud física y moral de la humanidad” y porque según ellos no tenían una aplicación terapéutica conocida. 

Numerosos estados comenzaron a prohibir su uso y, en 1971, el Congreso aprobó la Ley de Sustancias Controladas y clasificó tanto a la psilocibina como al LSD como drogas de la Lista 1. 

El Seguimiento de los Estudios y su Potencial

Con ambos ahora ilegales, los fondos para la investigación sobre psicodélicos desaparecieron y la investigación se redujo a un goteo.

Pero no se detuvo por completo, y décadas de hallazgos se acumularon lentamente, mostrando los beneficios de la psilocibina. 

En 2018, la FDA tomó nota de los estudios que analizaban su capacidad para aliviar la depresión resistente al tratamiento y la designó como una terapia innovadora, una clasificación que indica un potencial terapéutico significativo, y aceleró el proceso de desarrollo y revisión.

Otra señal de su potencial como tratamiento clínico: la Universidad Johns Hopkins lanzó el Centro de Investigación Psicodélica y de la Conciencia en septiembre de 2019, donde la investigación continúa revelando los efectos terapéuticos de la psilocibina. 

También ha surgido un pequeño puñado de otros centros acreditados para la investigación psicodélica, incluido el Centro de Neurociencia de los Psicodélicos en el Hospital General de Massachusetts y el Programa Imperial de Investigación Psicodélica en el Imperial College de Londres.

El uso de los Hongos en la Historia de America y Otros Continentes.

Variedades Comunes y Conocidas a Nivel Mundial

Las distintas variedades de hongos psicoactivos, conocidos también como hongos mágicos, que contienen alcaloides psicoactivos como la psilocina, la psilocibina y la baeocistina, pertenecen a las familias Strophariaceae e Hymenogastraceae de hongos basidiomicetos, del orden de los Agaricales. 

Los géneros más habituales y conocidos que producen especies que contienen estos alcaloides son el Psilocybe y el Panaeolus.

Algunas de las especies más conocidas son los Psilocybe semilanceata, Psilocybe cyanescens, Psilocybe azurescens y, sobre todo, los Psilocybe cubensis, de los que existen docenas de variedades como los Golden Teacher, B+, Ecuador, Mazatapec, y un largo etcétera.

Existen más de 180 especies de hongos que contienen alcaloides triptamínicos como la psilocibina y la psilocina. Incluyen los géneros Psilocybe (117 especies), Gymnopilus (13 especies), Panaeolus (7 especies), Copelandia (12 especies), Hypholoma (6 especies), Pluteus (6 especies), Inocybe (6 especies), Conocybe (4 especies) y Agrocybe, Galerina y Mycena.

Origenes de su Uso en México

Los hongos psilocibes han sido utilizados por distintas culturas por sus efectos intoxicantes, en particular en los pueblos aztecas mesoamericanos de la época precolombina y posteriormente entre los mazatecos y zapotecos.

Teonanácatl fue el nombre en náhuatl, el idioma de los aztecas, que recibieron los hongos psilocibes. Este término se ha traducido como «carne de los dioses». 

Existen más de 180 variedades de hongos que contienen psilocibina y psilocina, los alcaloides responsables de los efectos psicoactivos. Popularmente reciben el nombre de «hongos mágicos», y son quizás la variedad psicoactiva fúngica más conocida y de mayor influencia en el imaginario cultural colectivo.

El género Psilocybe es el más habitual, y la mayor parte de sus especies se encuentran en bosques húmedos subtropicales. México es el país en el que se encuentran más variedades de hongos psicoactivos.

En el Resto del Mundo

Si bien se encuentran hongos psicoactivos tanto desde Alaska hasta el sur de Chile, Australia y Nueva Zelanda, Hawái, Europa, Siberia, Japón y el Sureste asiático, el conocimiento preciso acerca de su distribución geográfica no se halla muy desarrollado.

Las distintas variedades de hongos mágicos han sido utilizadas por distintos pueblos desde la antigüedad. 

Grupos indígenas han reverenciado las visiones inducidas por los hongos, y los han utilizado en sus rituales mágico-religiosos para comunicarse con el mundo espiritual, los espíritus de los fallecidos y para obtener conocimiento y sanación.

Primeros Registros de los Hongos

Las muestras más antiguas de un probable uso de hongos, aunque no totalmente concluyentes, pueden encontrarse en un mural en Tassili, en el desierto del Sáhara, al sureste de Argelia. 

En ese mural, que data de entre los años 7000 y 9000 a. C., se representan hongos, así como figuras antropomorfas llevando hongos. 

Se especula qué tipo de hongo es el representado, y algunos autores lo han identificado como Psilocybe mairei, una especie conocida de Argelia y Marruecos. Algunos autores, sin embargo, dudan de la autenticidad de dichas pinturas.

Origenes en España

También en un mural de Selva Pascuala, en Cuenca (España), datado de entre el Paleolítico Superior (6000 a. C.) al Neolítico Medio (4000 a. C.), se pueden encontrar representaciones de hongos, que se han identificado como Psilocybe hispanica y también como Psilocybe semilanceata. 

En estos murales aparecen representadas figuras de toros, por lo que algunos autores establecen la relación del crecimiento de hongos con el hábitat, puesto que estas especies crecen en las heces bovinas.

Origenes en Asia

También encontramos el uso de hongos psicoactivos en Asia. 

En Japón crece el Gymnopilus spectabilis, conocido como maitake («hongo bailador»), cuyo uso quedó recopilado por Minamoto Takakuni en un libro de relatos, el Konjaku Monogatari, que data de finales del siglo IX d. C. 

Este hongo se ha conocido también con el nombre de owaraitake («el hongo de la risa»). Representaciones pictóricas parietales se han encontrado también en cuevas y abrigos de Sudáfrica y Australia, entre otros sitios.

Regresando a las Americas

En el Nuevo Mundo distintos grupos han utilizado, y utilizan, los hongos psilocibes. En particular distintas etnias mexicanas, como los mazatecos, los mixitecas y los zapotecas, entre otras. 

Se han encontrado vasijas en forma de hongo asociadas a los períodos preclásico y clásico de los mayas en México, Guatemala, Honduras y El Salvador que datan de entre los años 500 a. C. y 900 d. C. y que sugieren el conocimiento ancestral del uso de hongos psilocibes.

Los primeros reportes acerca del uso de hongos que hay documentados son de un indígena llamado Tezozómoc, que escribió en español en el año 1598 acerca del uso de hongos embriagantes en la celebración de coronación de Moctezuma II en 1502, en la civilización azteca.

Existen representaciones de hongos en el arte mexicano que sobrevivió a la conquista. Buenos ejemplos de ello son el Codex Vindobonensis mixteca, el Codex Magliabechiano, y los famosos frescos de Tepantitla, en la ciudad de Teotihuacan.

Represión por los Religiosos Españoles

Reportes de los colonizadores españoles, como el de fray Bernardino de Sahagún, llamado Historia general de las cosas de Nueva España, describió el uso de los hongos no solamente en celebraciones sino también en ceremonias religiosas, médicas y adivinatorias. 

En los escritos de Sahagún se describe el uso del nombre teunamacatlh (teonanácatl) para designar a los hongos psilocibes. Teonanácatl ha sido traducido como «la carne de los dioses», aunque otros autores sugieren que «hongos sagrados» u «hongos maravillosos» serían traducciones más literales.

Los religiosos españoles consideraron que el uso del hongo era contrario a la moral cristiana, y en 1620 el tribunal de la Inquisición declaró herético su uso, así como el de cualquier otra planta embriagante, y reprimieron con dureza a curanderos y a quienes ingirieran el hongo. 

Por ello, el uso tradicional de los hongos psilocibes pasó a la clandestinidad y el secretismo.

El Redescubriemiento Reciente

El redescubrimiento del uso tradicional de los hongos psilocibes en el Nuevo Mundo ocurrió gracias a los trabajos de Reko y Schultes, que obtuvieron e identificaron tres variedades distintas de hongos visionarios en Huautla de Jiménez, Oaxaca, en 1938. 

Ese mismo año, Irmgard Weitlaner y Jean Basett Johnson asistieron a una ceremonia con hongos, aunque no participaron en la ingestión y por tanto no pudieron experimentar sus efectos.

En 1952, Gordon Wasson y su esposa Valentina Pavlovna empezaron a interesarse por el culto de los hongos psilocibes, y tras una revisión de los documentos disponibles y tras contactar con Schultes, Reko, Johnson y Weitlaner, empezaron sus viajes a Huautla de Jiménez. 

Durante el verano de 1955, Gordon Wasson y su fotógrafo Allan Richardson, asistieron a una velada con hongos psilocibes con María Sabina—una chamana mazateca—y fueron los primeros occidentales en experimentar y reportar los efectos de los hongos, y los usos tradicionales entre los mazatecos.

En la Actualidad

A través de la historia se han descubierto pruebas de la relación entre el desarrollo de la consciencia humana y los psicodelicos, entre ellas el uso del hongo Psilocybe. 

A pesar de su represión ciclica y su satanización, últimos descubrimientos nos siguen confirmando que hay muchos más beneficios para la salud mental y la expansion de la consciencia humana que un simple uso recreativo. 

Es por esto que la nueva y verdadera historia de los hongos mágicos apenas comienza.

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